jueves, 4 de febrero de 2010










I Concilio Ecuménico






fue convocado en el año 325 en Nicea bajo el reinado del emperador Constantino, el cual dio la apertura y el cierre del mismo sin presenciarlo, a causa del surgimiento de la herejía de Ario, San Constantino envío una carta circular a todos los obispos con el siguiente texto actualmente nos pareció, por muchos motivos, que es mejor que el Concilio se realice en Nicea de Bitinia, considerando la llegada de obispos de Italia y de otros lugares de Europa; dado el buen clima que hace en Nicea, y también para que yo presenciara como oyente y participante en lo que allí pueda acontecer.



II Concilio Ecuménico

Fue convocado por el emperador Teodosio el Grande (Español) en Constantinopla en el año 381, el cual presenciaron 150 obispos de todo Oriente. La Iglesia de Roma no estaba representada. El patriarca Melecio de Antioquia presidió la apertura de este Concilio.



III Concilio Ecuménico

Fue convocado por el emperador Teodocio II en el año 431 en Efeso, a causa de la herejía sostenida por el patriarca de Constantinopla Nestorio, que comenzó a predicar que de María nació solo el hombre Jesús en el cual la divinidad habita como en el templo. Obstinadamente enseñaba diciendo que se debe distinguir entre Jesús y el Hijo de Dios; que María no debía ser llamada Madre de Dios "Theotokos," porque ella no había dado luz al Dios hombre, sino que debía llamarse madre de Cristo, dado que el Jesús que nació de María, era solamente el hombre Cristo (que quiere decir "Mesías," "el ungido," como los ungidos de Dios anteriores, los profetas, solo que sobrepasándolos en la plenitud de la comunión de Dios). Por lo cual toda la enseñanza de Nestorio constituía una denigración de toda la economía de Dios, pues si de María solo nació un hombre, no fue Dios quien sufrió por nosotros sino un hombre.




IV Concilio Ecuménico




Apenas había terminado la condenación de Nestorio por los santos padres del Concilio Ecuménico III de Efeso, se celebró en Calcedonia el IV Concilio Ecuménico en el año 451 presidido por el obispo Anatoli de Constantinopla. El papa Leon el Grande fue representado por 2 obispos
V Concilio Ecuménico
Se celebró en Constantinopla en el año 553 bajo el emperador Justiniano. Siguió en todo al de Calcedonia, condenando una vez más las herejías de Nestorio y Eutiques. Lo presenciaron 150 obispos orientales y 25 occidentales. El Concilio fue convocado a causa de las discusiones de los seguidores de Nestorio y Eutiques. Presidió este Concilio el patriarca Evtichio ocupando al lado sus lugares los patriarcas de Alejandría y Antioquia. Este concilio no formuló normas especiales, pero si estableció condenas contra distintos heréticos.




VI Concilio Ecuménico




Se celebró en Constantinopla en el año 680. Por celebrarse en la sala imperial llamada trullos el Concilio se llamó Trullanum. Lo presenciaron 227 padres, entre los cuales había 4 patriarcas de oriente y representantes del papa Agatón. El Concilio estableció 102 normas. Este Concilio fue convocado principalmente con el objeto de combatir las herejías y en especial el monotelismo, cuyos seguidores admitían las dos naturalezas en nuestro Señor Jesucristo, divina y humana, pero una sola voluntad, la Divina.




VII Concilio Ecuménico




Llegamos finalmente a la reseña histórica del séptimo Concilio Ecuménico, que es también el último que celebró la santa iglesia ortodoxa universal previo a su separación ocurrida en el año 1054:
Fue convocado en el año 787 en Nicea durante el imperio de Irene. Este tuvo por objeto poner en claro la cuestión del culto a las imágenes; en el mismo participaron 367 padres de la iglesia.
Presidieron a este Concilio largos años de persecución iconoclasta encabezada por distintos emperadores, tales como León Isaurico y su hijo Constantino Copronimo, quien llegó a convocar en el año 754 un Concilio iconoclasta.
Pero había personas, como el patriarca German de Constantinopla y san Juan de Damasceno, que defendían el culto a las imágenes, el cual se había arraigado en el pueblo cristiano. Los papas Gregorios II y Gregorio III, ante el peligro que se presentaba, amenazaron de anatema a los que destruyeran las imágenes, y la cuestión llegó a su punto crítico cuando el emperador Constantino Copronimo (741-755) mandó que todas las imágenes fueran destruidas, y convocó a un Concilio para que refrendasen sus disposiciones. Este se celebró en Constantinopla, con asistencia de 338 miembros, y declaró que el culto a las imágenes era una nueva idolatría.

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